No me gusta la política ni los políticos y mucho menos manifestar públicamente mi opinión sobre determinados temas. Sin embargo, la saturación informativa a la que nos está sometiendo el Gobierno de Cataluña con su dichoso “referendum”, me ha hecho reflexionar y dedicarles el post neuropediátrico de esta semana mediante una alegoría entre la situación política y la “fase del no” o incluso el Síndrome del Emperador o niño Tirano”.
Cuantas más noticias y opiniones leo o escucho sobre el tema, más me recuerda a mi hija de dos años sumida profundamente en la llamada “fase del no”.
Salvando las distancias, teniendo en cuenta que no es algo nuevo (Luis Companys proclamó el “Estado Catalan” en 1934 y sus consecuencias son conocidas por todos) y evitando banalizar un tema tan importante, explicaré brevemente esta fase en el niño (Cataluña), sus padres (Estado o Gobierno Central) y su posible tratamiento.
Aunque no siempre sucede, debemos considerarla una etapa normal en el desarrollo de los niños. Suele aparecer en un momento en el que el desarrollo madurativo de nuestros hijos (motor, social, del lenguaje…etc) es tal, que les permite explorar su entorno, desarrollar su propio pensamiento y afianzar su identidad. Sin embargo esta búsqueda de independencia se da en un contexto de contradicción absoluta, pues dependen de los padres tanto material como emocionalmente.
Si en este momento los “padres” no ponen límites a estas conductas, son permisivos y no ejercen la autoridad (no el autoritarismo) que les compete, la situación se puede ir de las manos y alcanzar su máxima expresión en forma de Síndrome del Emperador.
Estos niños imponen su voluntad y pretenden salirse siempre con la suya aunque eso implique tener conductas desproporcionadas (rabietas) en sitios públicos para llamar la atención y lograr sus objetivos. Al final si no sabemos reconducirlos se genera un desapego con los padres y otros familiares y se dejan de respetar las normas hasta el punto de desobedecer por sistema y no importarle las consecuencias.

¿Como podemos evitarlo?

  1. Intentar mantener una buena relación con nuestros hijos pero siempre con límites.
  2. Empezar a establecer normas claras y explicar su por qué, a partir del año de vida.
  3. No amenazar con algo que luego no vayamos a cumplir.
  4. Hacerle participe de ciertas decisiones previamente seleccionadas para que refuerce su autonomía. Cuando solo hay una opción, se hará de forma imperativa, manteniendo siempre la calma, pero sin negociaciones
  5. Evitar prohibir por sistema. Mejor explicar consecuencias e intentar disuadirle a decir siempre no.
  6. Aunque los padres tengamos ideas diferentes, debemos unirnos en busca de la mejor educación de nuestros hijos.

Podemos concluir con la importancia que tiene establecer límites claros a los niños desde la infancia temprana para evitar llegar a estas desastrosas consecuencias. Es fundamental una educación adecuada e intervenir de forma precoz ante cualquier signo de alarma. Debemos intentar negociar más que imponer y explicar las consecuencias que pueden tener sus comportamientos en lugar de negar por sistema pero dejando siempre claros los límites si no queremos que se produzca un desapego tal en el que encima de querer independizarse emocionalmente de nosotros, lo quieran hacer con nuestro dinero.

Moraleja: si el problema esta establecido, lo peor que podemos hacer es no hacer nada. En las decisiones unilaterales nadie sale ganando.

Para todo aquel que quiera entenderlo y usarlo.

Adrián García Ron 

Neuropediatra