Entrevista al Dr. Adrián García Ron, Neuropediatra especializado en TDAH, en la que habla de cómo es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad en la adolescencia. Se centra en el tratamiento y los riesgos que implica tomar o no la medicación.

 

Si el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en la infancia es un trastorno ampliamente descrito, caracterizado y casi que reconocido y aceptado por la mayoría de la población implicada en su manejo (padres, educadores, psicolólogos, médicos de atención primaria…etc). Sin embargo, el TDAH en la adolescencia es un problema mucho más complejo desde en punto de vista diagnóstico y terapéutico.

Se estima que aproximadamente el 75% de los niños con TDAH presentan síntomas en la adolescencia, en un 25% graves, que afectan al rendimiento académico, social y emocional. Los principales factores que determinan una evolución negativa del mismo es la presencia de un componente importante de impulsividad/hiperactividad, trastorno de conducta comórbido, antecedentes familiares de TDAH, mala relación padres-hijo o un mal abordaje del trastorno desde el punto de vista terapéutico (Quintero et al 2009).

 

La adolescencia es uno de los momentos más conflictivos de la vida en la población general. Es una etapa de gran impulsividad y posibilidad de desarrollar conductas de riesgo, problemas de relación interpersonales, baja autoestima… y por tanto, es el momento con los ingredientes perfectos para que comience a empeorar una sintomatología que hasta ahora teníamos controlada. Por ello, el reto principal al que nos enfrentamos es aproximarnos al mejor control posible de los síntomas e intentar evitar y si no es posible identificar y tratar de forma precoz las multiples comorbilidades y conductas de riesgo. Debemos hacer hincapié a los padres que el tratamiento debe ser multimodal y junto al tratamiento farmacológico, deben realizar terapias psicopedagógicas, cognitivo-conductuales, sociales…etc.

 

En el caso, cada vez menos frecuente, que el niño con TDAH llegue a la adolescencia sin diagnóstico, el reto principal será identificarlo, lo cual en ocasiones es harto complejo por varios motivos:

  1. Su evolución natural: el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que se perjudica a si mismo en el diagnóstico debido a variabilidad clínica con la que se presenta al inicio y en su evolución a medida de que se produce la maduración cognitiva y el desarrollo de estrategias de autocontrol. Por ejemplo, la hiperactividad va cayendo y se vive de una manera más interna, en forma de inquietud.
  2. Comorbilidades: la clínica en la adolescencia también se ve afectada por la aparición de las principales comorbilidades propias de esta edad, principalmente los trastornos del ánimo (ansiedad, depresión), de conducta (disocial, oposicionista desafiante) y la posibilidad de abuso de sustancias (las más frecuentes el tabaco y el alcohol seguidos por el cannabis).
  3. Los criterios diagnósticos del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) y la mayoría de las escalas específicas y/o entrevistas estructuradas para el TDAH están diseñadas para niños.
  4. Los profesores de secundaria y los médicos de familia de adultos no están familiarizados con trastornos del neurodesarrollo como el TDAH.

 

Podemos afirmar que existe una situación de infradiagnóstico en adolescentes y adultos, por lo que debemos sensibilizarnos para realizar una adecuada detección en el adolescente. Como ya hemos dicho, en secundaria (12-16 años) suele pasar desapercibido, los comportamiento problemáticos son considerados como propios de la edad y además los profesores tienen un contacto menos fluido con los alumnos. A esto hay que añadirle que al no existir una política sanitario-educativa unificada, aunque se reconozca el problema, no se toman la medidas oportunas hasta tener un diagnóstico concreto y los facultativos que tratamos con pacientes dependemos de la colaboración voluntaria de centros escolares, maestros  y orientadores sensibilizados con el trastorno, por tanto es una etapa de máximo riesgo y frustración para padres, alumnos, educadores y médicos.

La realidad es que uno de cada 10 niños tiene TDAH lo cual significa que 1 de cada 10 niños está rindiendo por debajo de sus posibilidades a nivel académico, laboral, familiar y/o social y si no hacemos un esfuerzo para su identificación y tratamiento tendremos cada vez más adolescentes con fracaso escolar y riesgo social secundario al aumento del riesgo de abuso de sustancias, delincuencia, conductas sexuales de riesgo, accidentes…etc.

Creo que nuestra misión como profesionales de la salud y/o educación es desmitificar el TDAH como una moda pasajera, un problema educacional culpa de los padres o de la sociedad capitalista y poner todo nuestro empeño, a ser posible de manera conjunta (sanidad/educación) para establecer las medidas oportunas.

 

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Obra “Si tú eres ciega y yo invisible…”: http://www.jorgehernandez-estudio.com/category/obra/2013/