Realizando una búsqueda bibliográfica sobre la utilidad del tratamiento no farmacológico en el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), me encuentro con el ingenioso título de un artículo parecido al del Post, que plantea un estudio comparativo entre la Meditación y la Medicación en el TDAH.
Además de la originalidad del título, me hace reflexionar y profundizar en la evidencia disponible en la literatura sobre el tema en cuestión.
El Mindfulness es un tipo de intervención basada en técnicas de meditación budista (Mindfulness o conciencia plena), cuya popularidad se ha incrementado en los últimos años. Tiene como objetivo principal aumentar el conocimiento mediante la atención sobre el momento presente. Durante la terapia, se entrena al paciente a dirigir su atención en experiencias internas (emociones, pensamientos o planes de acción) y estímulos ambientales momento a momento, evitando hacer juicios de valor sobre ellos y que nuestros cerebros “rumien” sobre contenidos pasados o futuros.
El Mindfulness ha sido incorporado en diversos programas de tratamiento cognitivo conductual y ha mostrado eficacia en Trastornos de la Conducta tanto internalizantes (ansiedad, depresión…etc) como externalizantes (síntomas oposicionistas-desafiantes por ejemplo), así como en diversos Trastornos que cursan con problemas de atención, del sueño o del rendimiento académico, social y laboral.
Su aplicabilidad al TDAH podría basarse en la mejoría que aporta la meditación en la concentración, el procesamiento atencional y la capacidad de inhibición de respuestas automáticas. De esta forma, el paciente con TDAH podría interrumpir patrones de conducta impulsivos y en lugar de reaccionar ante un estímulo determinado, responder a él de una manera adecuada.
Pero, ¿es realmente útil el Mindfulness en el tratamiento del TDAH?. ¿Podría ser una alternativa al tratamiento farmacológico?. ¿ Es factible desde el punto de vista económico para una familia normal?.
Como ya hemos hecho referencia a lo largo de diversos post, el TDAH es un problema de primer orden en Salud Pública, además de por su elevada prevalencia (5-8%) y sus múltiples comorbilidades, por su elevado impacto económico.
Diversos estudios realizados a nivel Europeo encuentran un coste anual relacionado con el TDAH en la infancia que oscila entre 9.860 a 14.500 euros anuales por paciente, derivados en su mayoría de los costos relacionados con los medios educativos que precisan.
La medicación y diversas intervenciones psicosociales son los tratamientos más frecuentemente utilizados para reducir la sintomatología tanto en niños como en adolescentes. Si nos basamos en Guías Internacionales, el tratamiento farmacológico debería ser siempre parte de un tratamiento multimodal que incluya además medidas psicoeducativas, tratamiento conductual y entrenamiento de los padres y profesores en el manejo de estos niños.
Se estima un coste medio por paciente tratado exclusivamente con fármacos en torno a 925 euros anuales, comparado con 6150 euros que supone añadir un tratamiento conductual durante el mismo periodo de tiempo. Este incremento del coste, parece una razón de peso como para que el tratamiento con psicoestimulantes sea de primera elección, incluso como único tratamiento si la respuesta es suficientemente potente para algunas sociedades médicas como la Academia Americana de Psiquiatría del Niño y del Adolescente.
Sin embargo, el uso de psicoestimulantes se ha disparado en los últimos años y creo que incluso hemos perdido el miedo a utilizarlos, generalizando su uso. Pero debemos tener siempre presentes varios aspectos:
1. Los efectos adversos son relativamente frecuentes, y no todas las familias están dispuestas a asumirlos.
2. La duración del efecto es limitada y por tato los síntomas recurren.
3. No existe una eficacia en el 100% de los niños tratados a pesar de las diversas opciones terapéuticas de las que disponemos en la actualidad.
4. Existen casos en los que no pueden ser utilizados o al menos debemos de tener precaución, como en pacientes epilépticos, hipertensos, con autismo o tics…etc.
Por tanto y a pesar del coste, debemos tener siempre presente la necesidad de alguna alternativa de tratamiento no farmacológico.
A pesar de que con la bibliografía existente en la actualidad estamos muy lejos de poder recomendar el Mindfulness como una alternativa a los psicoestimulantes, si podemos plantearlo como un tratamiento coadyuvante y ofrecerlo a aquellos pacientes cuyos padres rechazan el tratamiento farmacológico, exista alguna contraindicación para tomarlo, no sea efectivo o en casos de diagnostico dudoso.
Se necesitan más estudios bien diseñados y realizados en población española, para valorar la utilidad del Mindfulness en nuestros pacientes.
Bibliografía importante: 

Meppelink R, de Bruin E, Bagels SM. Meditation or Medication? Mindfulness training versus medication in the treatment of childhood ADHD: a randomized controlled trial. BCM Psychiatry 2016. 16:267.