Las conductas autolesivas son trastornos conductuales caracterizados por comportamientos anormales realizados con la intención de autolesionarse físicamente, mediante un grupo variable de acciones repetitivas autodirigidas como morder, golpearse en la cabeza, cara o extremidades, arrancarse el cabello…etc.

Aunque estas conductas no tienen una intención suicida, pueden provocar lesiones graves y tienen un importante impacto negativo en la calidad de vida de niñ@s y cuidadores.

Las conductas autolesivas pueden aparecer principalmente en 2 grupos de pacientes:
1.- Enfermedades mentales como depresión, trastorno límite de la personalidad o trastornos de la conducta alimentaria.
2.- Trastornos del neurodesarrollo como los trastornos del espectro autista (tea).

En esta nueva entrada al blog nos centraremos exclusivamente en las conductas autolesivas que se asocian a diversos trastornos del neurodesarrollo.

¿A qué se deben?

El origen de estas conductas se desconoce y aunque existen varias teorías para explicar su aparición en este grupo de niñ@s, ninguna es completa ni puede generalizarse a todos los casos.
Las principales teorías se centran en:
1.– Relación con el lenguaje: los niños que sufren trastornos del neurodesarrollo con frecuencia tienen una comunicación deficiente que conduce a déficits en la socialización y relación con el entorno. El aislamiento social y ambiental resultante promueve la expresión de estas conductas autolesivas, tal vez como medio de comunicación, búsqueda de atención y refuerzo social.
2.– Refuerzo negativo: las conductas autolesivas pueden aparecer como un medio para escapar de aquellas actividades que desagradan al niño.
3.- Refuerzo positivo: otra hipótesis frecuente es justo lo contrario a la anterior. Es decir, aquellas que plantean que los niños por ejemplo con tea, utilizan estas conductas autolesivas para acceder a sus actividades preferidas o llamar la atención.

Las conductas autolesivas podrían explicarse como un mecanismo del niño para llamar de atención y/o como mecanismo de escape ante situaciones o actividades que le desagradan.

¿ EXISTE UNA BASE NEUROBIOLÓGICA?

En este caso también existen diversas hipótesis.
1.- Hipersensibilidad: la sobrecarga exagerada que experimentan algunos pacientes, por ejemplo con trastorno del espectro autista (tea), cuando se exponen a diversos estímulos ambientales (ruidos, texturas…etc) pueden desencadenar o aumentar dichas conductas.
2.- Alteración del sistema opioide endógeno al dolor.
3.- Alteraciones en el equilibrio de diversos neurotransmisores como dopamina, serotonina, el ácido gamma-aminobutírico (GABA) o el glutamato.

¿Cuales son los principales factores de riesgo para su aparición?

  • Gravedad de la enfermedad
  • Discapacidad intelectual
  • Déficits del lenguaje.
  • Autonomía: Deficiencias en habilidades para la vida diaria
  • Hiperactividad e impulsividad concomitantes.
  • Alteraciones sensoriales y motoras
  • Las conductas repetitivas
  • Trastornos del sueño
  • Algunas condiciones médicas como añadidas a la patología de base como la incontinencia urinaria, el dolor, estreñimiento, cefalea, menstruación y/o depresión.

¿Cómo tratamos las conductas autolesivas?

El manejo de las conductas autolesivas en los trastornos del neurodesarrollo es muy complejo y existe poca evidencia de calidad como para dar unas pautas consistentes que se puedan generalizar a todos los pacientes. Sin embargo, parece claro que la mejor opción es establecer un pan de tratamiento multimodal que incluya tanto terapias farmacológicas como no farmacológicas.
Sin embargo a diferencia de otros trastornos, en las conductas autolesivas las farmacoterapia es una parte imprescindibles en la mayoría de los casos.

TRATAMIENTO CONDUCTUAL

Estas terapias deben ser el pilar principal en el tratamiento de las conductas autolesivas.
La Academia Americana de Pediatría recomienda la prescripción de tratamiento conductual basado en los resultados de una evaluación del comportamiento funcional (Functional behavioral assessment). Esto permite diseñar programas individualizados de tratamiento según las particularidades de cada paciente y su entorno. Son más eficaces y con menos procedimientos basados en castigos.
Debemos revisar con frecuencia la eficacia de estas terapias y cuando por sí solas no logran un adecuado control de los sintomas, debemos considerar combinarlas con terapias farmacológicas.

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO

Aunque existe poca evidencia y la mayor parte de los estudios se han realizado solo en trastornos del espectro autista (tea), el tratamiento farmacológico forma parte de nuestra práctica habitual.
A la hora de elegir un tratamiento u otro debemos individualizar cada caso teniendo en cuenta diversos aspectos como la causa, el tipo y la gravedad las conductas autolesivas, la edad del paciente, las posibles patologías asociadas (trastornos del sueño, de la conducta, obesidad…etc), la evidencia disponible sobre el fármaco, sus posibles interacciones on otros tratamientos…etc.

¿QUÉ FARMACOS DISPONEN DE MAYOR EVIDENCIA?

  • Antipsicóticos: principalmente la risperidona (risperdal) y el aripiprazol (Abilify). También aunque en menor medida la paliperidona, olanzapina…
  • Alfa adrenergicos como la clonidina. La guanfacina podría ser una alternativa con menos efectos adversos.

Debemos ajustar las dosis de forma progresiva buscando la menor posible que resulte eficaz. Una vez iniciado el tratamiento debemos monitorizar su eficacia de forma periódica utilizando medidas objetivas (escalas de conducta por ejemplo) y la aparición de posibles efectos adversos como por ejemplo el aumento de peso con los neurolépticos.
Tan pronto como sea posible, intentaremos retirarlos.

BIBLIOGRAFÍA

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